La máscara. Chile hoy, 11 de septiembre de 2024
Por Pablo Aravena Núñez
“Nuestro combate en favor de la responsabilidad está siendo librado contra un ser enmascarado. La máscara de los adultos es la experiencia”.
Walter Benjamin
Hace ya tiempo, digamos unos doscientos años, que se viene poniendo en cuestión -con algunos buenos argumentos- que el estudio del pasado pueda seguirnos aportando lecciones útiles para la vida, fundamentalmente porque nuestro mundo se ha venido diferenciando aceleradamente de aquel que era. Pero lo que se ha producido en los últimos cincuenta años se parece más a un hiato que a un distanciamiento; pasado y presente se alejan ya no aceleradamente sino abruptamente, de lo que debiéramos concluir, por lo menos, que el pasado sirve aún menos que ayer para el fin señalado arriba (lo que no nos autoriza a decir, en ningún caso, que el estudio del pasado carezca absolutamente de sentido: ha cambiado, ciertamente)
Pese a la evidencia, durante mucho tiempo siguió siendo propia del conservadurismo la idea acerca de que el pasado era superior al presente, y que de allí era de donde debíamos sacar, para uso actual, unas probadas instituciones. Era esta una pieza ideológica comprensible por el simple hecho de que aquellos rancios sectores no podían aceptar que se les escapara un orden del mundo que les había aportado tanta comodidad y riqueza. Pero es probable que estemos asistiendo al nacimiento de un nuevo comodín ideológico del conservadurismo, uno más bien propio de los revolucionarios (burgueses o no) cuando ya conseguían el poder: la afirmación de la supremacía del presente por sobre el pasado. Había que ocultar ahora el cómo se llegó donde se estaba y esconder “la llave de la historia” para cualquier otro que quisiera entrar, todo se explicaba ahora por una impersonal evolución de las instituciones. “Nada detesta más el filisteo que los sueños de su juventud”, escribía Walter Benjamin en 1913 en un artículo titulado “Experiencia”.
¿Cómo no ver algo de esa supremacía del presente en la declaración de Eugenio Tironi el pasado primero de septiembre?: “Yo creo que si Allende hubiese tenido la flexibilidad que ha tenido Boric, no habría habido Golpe de Estado. Si Allende hubiese tenido la independencia que ha mostrado Boric respecto de sus partidos, no habría habido Golpe. Si Allende hubiese mostrado la libertad que ha mostrado Boric en la red internacional, se habría llegado a un arreglo con Estados Unidos respecto de la negociación del cobre y se habría contenido el bloqueo” (La Tercera 01/09/2024). El anacronismo en que incurre es evidente. Y como Tironi no es un simple paseante no nos queda más que la operación conservadora como hipótesis de lo que desea hacer declarando algo así.
Si, desprovisto de todo ropaje teórico, el conservadurismo es simplemente el conjunto de estrategias para preservar la posición privilegiada de un grupo, en detrimento de una mayoría castigada por el orden que dicha posición supone, entonces no hay conservadurismo “en sí”, sino que siempre hay que estar atento a ver en quien se encarna, en donde se localiza, para lo cual es mejor dotarse de una dosis de sano escepticismo, pues aquí las posiciones por principio pueden dejarlo a uno en el lugar en que se suponía no se quería estar.