Discuso decano, Pablo Aravena, Ceremonia de Egreso 2025
Revisa las palabras dirigidas a los nuevos profesoras y profesores que egresaron de nuestra Facultad de Humanidades y Educación UV:
Ceremonia de egreso 2025
Facultad de Humanidades y Educación UV
Estimados y estimadas estudiantes que hoy egresan de nuestra Facultad. Padres, madres, familiares, amigos y parejas de nuestros/as exalumnos/as. Autoridades, funcionarios/as y colegas académicos/as.
Estas son palabras de despedida y de bienvenida. Dejan nuestras salas de clases, pero se suman ahora a nosotros/as, es decir, a quienes tienen delante, o alrededor suyo, a niños/as y jóvenes que esperan algo de uno/a. Es imposible no recordar hoy la primera clase hecha y el peso de las expectativas de quienes se nos encargó enseñar algo de historia (en mi caso, en sus casos serán también filosofía, música). Recuerdo que, después de errar bastante, pronto entendí que tenía que encontrar una forma de mostrar que esos saberes no eran monolíticos, que no era cosa de memoria ni obligación, ni de competencia para ganar una calificación, un puntaje, o ganarle al de al lado, sino que debía conseguir que mis estudiantes lograran ver que lo que enseñaba les servía para comprender lo que nos pasa. Una comprensión, por básica que sea no es poco, pues es, en principio, lo primero para buscar salidas a lo que no nos gusta de todo eso que nos pasa. Pero el/la que comprende también desespera menos, esto aunque más tarde se dé cuenta que le faltaban elementos para entender bien. Tener un principio de comprensión nos habilita para el diálogo, para la conversación, y, aunque se nos pase inadvertido, conversar trae paz cuando todo está convulso, es como soplar una madeja enmarañada y sentir que el nudo ciego se va aflojando de a poco. Yo estoy convencido que a los profesores y profesoras nos irá tocando cada vez más esta función a partir de los saberes que enseñamos, porque hay un mundo de necesidades anterior a las competencias para el trabajo y la profesionalización, que, dicho muy abreviadamente, es la necesidad de ser humano, hoy cuando lo humano se desvanece entre tanto proceso autónomo, algoritmos, inteligencia artificial, es decir, de tecnificación de la vida.
Sentarse frente a frente, hacer una pregunta, leer o escuchar una composición juntos, sorprenderse y luego explicar, pero también el no entender, demorarse, preguntar y volver a explicar hasta levantar una ceja en señal de que ahora sí, se entendió, pero vienen más preguntas. Todo esto, que acá está presentado como un artesanado de la clase, y que desde luego tiene su clave más metódica y profesional, implica “abrir el tiempo” en una época en que todo está acelerado y vivimos aplastados por lo urgente y el cumplimiento de los resultados, cosa que no puede sino enfermarnos si se convierte en un modo de vida. La sala de clases no puede ser parte de esa dinámica, debe prepararnos para ese mundo de otra manera: señalando su alternativa, presentando la clase como un intersticio, que no es lo mismo que una burbuja, sino la experiencia concreta de que en medio de toda la presión a la que estamos todos y todas sometidos/as, si dos o tres personas se ponen de acuerdo pueden crear un mundo, que no es solo un refugio, sino un campo de experimentación para entrenar cómo caminar de otro modo en esta intemperie que se ha ido convirtiendo la vida.
Lamentablemente años tras año debo integrar, con un tono más de gravedad, que este acto se realiza en momentos en que la educación pública, y en particular las universidades del Estado de regiones, pasan por un momento peor que difícil. Algunas instituciones pares del norte y sur ya el año pasado han hecho crisis. La nuestra, la Universidad de Valparaíso, sin llegar a ese punto, ha debido implementar severas medidas restrictivas de sus recursos justamente como un modo de prevenir escenarios como los ya referidos. Pero esas restricciones se sienten, pese al compromiso y trabajo que pongamos quienes pertenecemos al claustro académico.
Sé que se espera que este discurso sea un adorno en el contexto de una ceremonia. Pero no sería honesto ocultar que los/as estudiantes se encuentran paralizados desde este martes por el motivo señalado y en solidaridad con las universidades vecinas que pasar momentos también críticos. Paradojalmente ha sido nuestro Rector, el Profesor Osvaldo Corrales, quien más ha interpelado al gobierno por su falta de compromiso con las universidades del Estado. Si su llamado no ha tenido eco me parece que hay que sumar fuerzas y no restarlas o dividirlas. Esta es la tarea que nos espera a los que nos quedamos. Pero también deseamos que desde sus futuros espacios recuerden que hay un lugar que cuidar y preservar que se llama “universidad pública del estado”, porque es un espacio laico, de tolerancia y librepensamiento, y en donde el Estado debiera garantizar que lleguen los y las jóvenes con menos recursos y posibilidades. Cuidar esto será siempre tarea de los que nos quedamos, pero en alguna medida también de los que se van, en tanto ciudadanos y ciudadanas de este país.
Muchas gracias. Felicitaciones por sus logros.
Pablo Aravena Núñez
Decano
Facultad de Humanidades y Educación